Se inició en el 2006 con una propuesta fresca e interesante y ahora suma ocho locales. Conozca esta historia de éxito

(Giovanna Fernández/El Comercio)
DÉBORA DONGO SORIA
¿Qué gran negocio pueden crear dos abogados, una arquitecta, un médico y un chef? La Gran Fruta. Una cadena de jugos naturales y sánguches caseros, donde cada uno aporta un ingrediente distinto para ofrecer comida sana en un lugar acogedor.
Todo empezó con un sueño y mucha intuición. En el 2006 abrieron su primera tienda. Ahora tienen ocho, entre locales propios y franquicias, y se vienen más.
De la mano de Andrés Aguirre, un experto en jugos y, ahora, de un asesor financiero, el negocio de la familia Martínez Veliz está en pleno crecimiento. Malena, la gerenta general de La Gran Fruta, nos cuenta sus planes.
¿Cómo surgió la idea de crear La Gran Fruta?
De mi padre y el juguero Andrés Aguirre. Mi papá es un amante de los jugos de fruta y había sido cliente de Andrés por años en una juguería de Miraflores. Mi papá siempre quiso poner un negocio con frutas y sánguches porque sabía que Andrés era espectacular. Se lo propuso y, ante mucha insistencia, aceptó. En el 2006 crearon la primera tienda en Las Begonias.
¿Por qué esta opción de negocio?
Mi papá pensó que los jugos de fruta y sánguches tradicionales con recetas caseras serían un ‘boom’ por la tendencia mundial a comer sano. Pensó que un buen lugar para abrir un local sería en los centros empresariales porque estos no tenían una opción de comida saludable, sino solo cadenas de comida rápida. Cuando se le presentó la oportunidad de alquilar un buen local en una zona de oficinas dijo: “Ya, esta es mi oportunidad”, y se lanzó.
¿Hizo alguna investigación previa para detectar eso?
No, fue pura intuición. Mi papá es abogado. Solo pensó que con el buen servicio de Andrés, su clientela ya cautiva y en un sitio donde hay afluencia de gente, la tienda sería un éxito. Y así fue. En un año y medio ya habíamos afianzado nuestra marca.
¿Fue difícil?
No. Mi mamá es arquitecta, pero hizo de administradora. Andrés hizo de jefe de salón y cocina. Mi mamá le pidió a dos amigas que la ayudaran con la contabilidad y administración. Cuando el negocio empezó a crecer, sus amigas pasaron a ser supervisoras de tiendas. Todo fue muy a la ligera, pero eso hizo que se sienta la calidez de un negocio familiar.
¿Se imaginaron que iban a crecer tanto?
No. La idea era solo tener la tienda de Las Begonias. Mi papá no invirtió mucho en el local porque se lo alquiló al grupo Brescia, para el que él trabajaba en ese momento. Si la tienda iba mal, se perdía la inversión, en aquel entonces de unos US$40.000, pero mi papá se daba el gusto de poner el negocio que siempre había querido. Pero nos fue bien y pudimos crecer. Los demás locales se financiaron con las ganancias o de los bolsillos de la familia.
¿Cómo entró Ud. al negocio?
Soy médico, pero también estudié nutrición. Mi hermano Virgilio, chef del restaurante Central, me pidió que trabajara con él. La investigación de productos me gustó tanto que me quedé ahí. Después de un año mi mamá me propuso trabajar en La Gran Fruta.
¿Cuál es la propuesta de La Gran Fruta?
Ofrecer comida completamente saludable. Nuestros jugos se hacen con frutas frescas del día, que nos llegan directamente del mercado, y nuestras carnes para los sánguches las preparamos en casa. Esa es la diferencia frente a otras juguerías.
¿Cómo surgen las ideas para crear sus productos?
Mi hermano Virgilio tiene las ideas y mi mamá las ejecuta. Pero todos en casa somos amantes de la comida. Pensamos en lo tradicional peruano y lo saludable. Para la tienda de Alcázar pensamos en vender fruta deshidratada y galletas de granola para la gente que iba al cine. Para el verano se nos ocurrió vender raspadillas y para el invierno la frutilla, una bebida caliente. Cada cinco meses sacamos algo nuevo.
¿Con cuántos trabajadores empezaron?
Con doce. Ahora tenemos un aproximado de 98 personas en todos nuestros locales.
¿Cuántas tiendas propias tienen?
Tenemos cinco. En Las Begonias, en la Av. Reducto, en el cine Alcázar, en San Isidro y un stand en el aeropuerto. Y tenemos tres franquicias en la Av. Conquistadores, Chacarilla y el Centro Comercial El Polo.
¿Por qué optaron por otorgar franquicias?
Es un negocio familiar y sentíamos que no nos dábamos abasto y que no podíamos seguir abriendo tiendas. Cedimos la marca para que otros puedan difundirla. Hemos recibido propuestas para otorgar franquicias, pero tenemos un proceso de selección muy riguroso.
¿Cuáles son los requisitos?
Se deben respetar los estándares de calidad y las recetas. El diseño y la arquitectura de los locales tienen que ser aprobados por mi madre. También se tiene que capacitar a los jugueros dos meses antes. Además, tienen que ser personas con un gran poder adquisitivo, que puedan invertir entre US$80 mil y US$100 mil para abrir una tienda.
¿Piensan tener socios?
Estamos bien con el capital familiar. Creo que tener un socio es un riesgo porque no siempre va a entender el concepto de la marca ni hacia dónde apunta.
¿Hubo una mala experiencia?
La tienda de Miami Beach no funcionó porque nuestro socio no captó lo que queríamos. Después de diez meses, él se quedó con su tienda y nosotros con la marca. Por eso somos más cuidadosos para otorgar franquicias.
¿Cuánto facturan al mes?
Las ventas totales entre las cinco tiendas ascienden a unos S/.530.000 al mes.
¿Cuáles son sus planes de expansión?
A fin de mes abriremos un local en el cruce de Benavides con Alcanfores. Estamos revisando locales en San Borja y la Av. El Ejército, pero aún no hay nada concreto. También hemos revisado propuestas de franquicias en Colombia y me encantaría abrir tiendas en provincias, pero antes de lanzarme afuera quiero manejar bien el negocio en Lima. Nos interesa expandirnos hacia los conos. Este año estamos en negociaciones para abrir una franquicia en San Juan de Lurigancho. Todo lo que hemos avanzado ha sido por intuición, pero ahora queremos manejar el negocio desde el punto de vista empresarial con la ayuda de mi otro hermano, que es abogado, y un asesor financiero. A estas alturas, ya no podemos patear el tablero, pues la inversión es más fuerte y más gente depende de nosotros.
¿Entrarían con la misma oferta a San Juan de Lurigancho?
Sí. Quizá cambiaríamos los combos y ofreceríamos más ofertas.
Acaban de abrir una tienda en Conquistadores y, por los planes que tienen, parece que ahora están apuntando a las zonas residenciales.
Sí, la tienda de Reducto nos demostró que nuestra propuesta también podía funcionar en zonas residenciales. De hecho, esa es una de las tiendas que mejor va.
¿Cómo va la tienda de Conquistadores?
Facturamos unos S/.2.000 al día, pero acabamos de abrir. La idea es satisfacer también a los vecinos de Magdalena.
¿Han tenido problemas para conseguir las ubicaciones?
No. A mi papá le proponen locales que van con el perfil de la marca. No hacemos un estudio de mercado, tomamos las decisiones intuitivamente.
¿Alguien más de la familia trabaja en La Gran Fruta?
Mi cuñada, que es publicista. Falta mi hermana que es diseñadora de modas, pues mi mamá quiere poner una boutique de productos orgánicos y merchandising tipo mandiles, polos y utensilios de cocina con el logo de La Gran Fruta.
¿Qué gran negocio pueden crear dos abogados, una arquitecta, un médico y un chef? La Gran Fruta. Una cadena de jugos naturales y sánguches caseros, donde cada uno aporta un ingrediente distinto para ofrecer comida sana en un lugar acogedor.
Todo empezó con un sueño y mucha intuición. En el 2006 abrieron su primera tienda. Ahora tienen ocho, entre locales propios y franquicias, y se vienen más.
De la mano de Andrés Aguirre, un experto en jugos y, ahora, de un asesor financiero, el negocio de la familia Martínez Veliz está en pleno crecimiento. Malena, la gerenta general de La Gran Fruta, nos cuenta sus planes.
¿Cómo surgió la idea de crear La Gran Fruta?
De mi padre y el juguero Andrés Aguirre. Mi papá es un amante de los jugos de fruta y había sido cliente de Andrés por años en una juguería de Miraflores. Mi papá siempre quiso poner un negocio con frutas y sánguches porque sabía que Andrés era espectacular. Se lo propuso y, ante mucha insistencia, aceptó. En el 2006 crearon la primera tienda en Las Begonias.
¿Por qué esta opción de negocio?
Mi papá pensó que los jugos de fruta y sánguches tradicionales con recetas caseras serían un ‘boom’ por la tendencia mundial a comer sano. Pensó que un buen lugar para abrir un local sería en los centros empresariales porque estos no tenían una opción de comida saludable, sino solo cadenas de comida rápida. Cuando se le presentó la oportunidad de alquilar un buen local en una zona de oficinas dijo: “Ya, esta es mi oportunidad”, y se lanzó.
¿Hizo alguna investigación previa para detectar eso?
No, fue pura intuición. Mi papá es abogado. Solo pensó que con el buen servicio de Andrés, su clientela ya cautiva y en un sitio donde hay afluencia de gente, la tienda sería un éxito. Y así fue. En un año y medio ya habíamos afianzado nuestra marca.
¿Fue difícil?
No. Mi mamá es arquitecta, pero hizo de administradora. Andrés hizo de jefe de salón y cocina. Mi mamá le pidió a dos amigas que la ayudaran con la contabilidad y administración. Cuando el negocio empezó a crecer, sus amigas pasaron a ser supervisoras de tiendas. Todo fue muy a la ligera, pero eso hizo que se sienta la calidez de un negocio familiar.
¿Se imaginaron que iban a crecer tanto?
No. La idea era solo tener la tienda de Las Begonias. Mi papá no invirtió mucho en el local porque se lo alquiló al grupo Brescia, para el que él trabajaba en ese momento. Si la tienda iba mal, se perdía la inversión, en aquel entonces de unos US$40.000, pero mi papá se daba el gusto de poner el negocio que siempre había querido. Pero nos fue bien y pudimos crecer. Los demás locales se financiaron con las ganancias o de los bolsillos de la familia.
¿Cómo entró Ud. al negocio?
Soy médico, pero también estudié nutrición. Mi hermano Virgilio, chef del restaurante Central, me pidió que trabajara con él. La investigación de productos me gustó tanto que me quedé ahí. Después de un año mi mamá me propuso trabajar en La Gran Fruta.
¿Cuál es la propuesta de La Gran Fruta?
Ofrecer comida completamente saludable. Nuestros jugos se hacen con frutas frescas del día, que nos llegan directamente del mercado, y nuestras carnes para los sánguches las preparamos en casa. Esa es la diferencia frente a otras juguerías.
¿Cómo surgen las ideas para crear sus productos?
Mi hermano Virgilio tiene las ideas y mi mamá las ejecuta. Pero todos en casa somos amantes de la comida. Pensamos en lo tradicional peruano y lo saludable. Para la tienda de Alcázar pensamos en vender fruta deshidratada y galletas de granola para la gente que iba al cine. Para el verano se nos ocurrió vender raspadillas y para el invierno la frutilla, una bebida caliente. Cada cinco meses sacamos algo nuevo.
¿Con cuántos trabajadores empezaron?
Con doce. Ahora tenemos un aproximado de 98 personas en todos nuestros locales.
¿Cuántas tiendas propias tienen?
Tenemos cinco. En Las Begonias, en la Av. Reducto, en el cine Alcázar, en San Isidro y un stand en el aeropuerto. Y tenemos tres franquicias en la Av. Conquistadores, Chacarilla y el Centro Comercial El Polo.
¿Por qué optaron por otorgar franquicias?
Es un negocio familiar y sentíamos que no nos dábamos abasto y que no podíamos seguir abriendo tiendas. Cedimos la marca para que otros puedan difundirla. Hemos recibido propuestas para otorgar franquicias, pero tenemos un proceso de selección muy riguroso.
¿Cuáles son los requisitos?
Se deben respetar los estándares de calidad y las recetas. El diseño y la arquitectura de los locales tienen que ser aprobados por mi madre. También se tiene que capacitar a los jugueros dos meses antes. Además, tienen que ser personas con un gran poder adquisitivo, que puedan invertir entre US$80 mil y US$100 mil para abrir una tienda.
¿Piensan tener socios?
Estamos bien con el capital familiar. Creo que tener un socio es un riesgo porque no siempre va a entender el concepto de la marca ni hacia dónde apunta.
¿Hubo una mala experiencia?
La tienda de Miami Beach no funcionó porque nuestro socio no captó lo que queríamos. Después de diez meses, él se quedó con su tienda y nosotros con la marca. Por eso somos más cuidadosos para otorgar franquicias.
¿Cuánto facturan al mes?
Las ventas totales entre las cinco tiendas ascienden a unos S/.530.000 al mes.
¿Cuáles son sus planes de expansión?
A fin de mes abriremos un local en el cruce de Benavides con Alcanfores. Estamos revisando locales en San Borja y la Av. El Ejército, pero aún no hay nada concreto. También hemos revisado propuestas de franquicias en Colombia y me encantaría abrir tiendas en provincias, pero antes de lanzarme afuera quiero manejar bien el negocio en Lima. Nos interesa expandirnos hacia los conos. Este año estamos en negociaciones para abrir una franquicia en San Juan de Lurigancho. Todo lo que hemos avanzado ha sido por intuición, pero ahora queremos manejar el negocio desde el punto de vista empresarial con la ayuda de mi otro hermano, que es abogado, y un asesor financiero. A estas alturas, ya no podemos patear el tablero, pues la inversión es más fuerte y más gente depende de nosotros.
¿Entrarían con la misma oferta a San Juan de Lurigancho?
Sí. Quizá cambiaríamos los combos y ofreceríamos más ofertas.
Acaban de abrir una tienda en Conquistadores y, por los planes que tienen, parece que ahora están apuntando a las zonas residenciales.
Sí, la tienda de Reducto nos demostró que nuestra propuesta también podía funcionar en zonas residenciales. De hecho, esa es una de las tiendas que mejor va.
¿Cómo va la tienda de Conquistadores?
Facturamos unos S/.2.000 al día, pero acabamos de abrir. La idea es satisfacer también a los vecinos de Magdalena.
¿Han tenido problemas para conseguir las ubicaciones?
No. A mi papá le proponen locales que van con el perfil de la marca. No hacemos un estudio de mercado, tomamos las decisiones intuitivamente.
¿Alguien más de la familia trabaja en La Gran Fruta?
Mi cuñada, que es publicista. Falta mi hermana que es diseñadora de modas, pues mi mamá quiere poner una boutique de productos orgánicos y merchandising tipo mandiles, polos y utensilios de cocina con el logo de La Gran Fruta.
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